Explorando narrativas Siekopai
La cosmovisión Siekopai es un tejido espiritual profundo donde los sueños, la selva y la luna se entrelazan en una misma dimensión. Su nombre original, Siekoya'pai, significa "gente de la luna", evocando una conexión ancestral con los ciclos de la naturaleza y el cosmos.
Entre sus rituales más sagrados está el consumo del Yagé, una planta visionaria que solo los abuelos sabios pueden tomar en ceremonias especiales. No es solo una bebida: es un puente hacia el mundo espiritual. Cuando alguien te entrega Yagé, se establece un lazo de alma una alianza de confianza y respeto porque quien bebe, no viaja solo: es su espíritu quien recorre el bosque guiado por los ancestros.
Todo tiene espíritu: una selva viva
Para los Siekopai, la naturaleza no es un recurso: es un ser viviente. Cada árbol, ave o río posee alma. Vivir en armonía con el entorno significa respetar su energía, porque en su cosmovisión el bosque escucha y responde.
No hay diferencia entre lo espiritual y lo cotidiano; todo es parte de un mismo tejido sagrado. El conocimiento pasa de generación en generación, tejido en cantos, historias y plantas medicinales guiadas por los nimiwaje, la "gente de los remedios".
El yagé y la visión del alma
El yagé, planta sagrada, es la puerta hacia otros planos del espíritu. No se bebe por curiosidad, sino como un acto profundo de sanación, de guía. Solo los sabios mayores los abuelos y chamanes lo toman, para ver lo invisible, escuchar el bosque, y leer los sueños.
Quien comparte yagé te está entregando su confianza y formando un lazo espiritual eterno. En su visión, es el espíritu quien viaja, no el cuerpo, y cada visión es una conversación con el mundo ancestral.
La luna como guía y el equilibrio como camino
Siekopai significa luna, un símbolo poderoso de sabiduría, tiempo y conexión cíclica. Bajo su luz, los rituales, los cantos y los bailes toman vida. En sus hogares, los tres pilares de sus casas tradicionales representan su filosofía:
trabajo, mujer y familia, y naturaleza.
Para ellos, vivir bien es vivir en equilibrio con uno mismo, con la comunidad y con la tierra. No se trata solo de existir, sino de hacerlo con respeto, con conciencia… y con el alma despierta.